En los actuales momentos, a cada día que pasa, tanto los avances tecnológicos como el desarrollo comercial e industrial se reproducen y proliferan de manera vertiginosa, todo con el fin de mejorar la calidad de vida de los seres humanos. Pero esta generación de tecnología, en muchas ocasiones, está olvidando o no toma en cuenta o no le interesa tomar en consideración, su impacto sobre el medio ambiente (contaminación y calentamiento global). Este crecimiento desmedido, aunado a necesidades de confort de los seres humanos, está modificando el futuro de las próximas generaciones, es decir, reduciendo su posibilidad de existencia. En tal sentido se hace necesario implantar una serie de estrategias para disminuir esta afectación al ambiente que compromete la vida en el planeta y, una de estas medidas o estrategias, se evidencia en el uso racional y eficiente de la energía, sea en el área industrial, comercial, deportivo como residencial, incorporándose en su fase de proyecto o implementándolo en sistemas ya operativos.
La energía permite y facilita toda la actividad humana y si se utiliza de manera racional y eficiente se preservará la vida como la conocemos. La energía no significa nada si no entrega lo que se necesita de ella: iluminación, climatización, fuerza y movimiento, transporte y comunicación. Es en el uso final donde se concreta el beneficio de la energía, antes no significa nada.
En el Mundo, el tema de la explotación, generación, transformación y uso de los recursos energéticos se ha tratado en la mayoría de los casos de manera inconsciente o muy limitada, además de obviar o de no poner en práctica los conceptos de uso racional y eficiente de la misma. Con base a lo anterior, se presenta la necesidad de generar directrices, aportes, especificaciones, implantación de tecnologías, políticas y entrenamientos que estén a favor de una gestión total eficiente del uso de la energía en todos los ámbitos de nuestra sociedad (casas, empresas, comercios, industrias, ministerios, etc.).
Por otro lado, debido a los incrementos de los costos de producción (impuestos, aumentos salariales, etc.), es cada vez más relevante la mejora de la productividad, la optimización de los procesos y la eficiencia de los sistemas; lo que implica una reducción de los costos y el uso eficiente y racional de la energía. Estas exigencias, han llevado a los países a desarrollar e implantar medidas que conllevan a lograr un mejor uso de las reservas energéticas existentes y, de manera paralela, a la búsqueda de otras fuentes sustitutivas de las actuales. Adicionalmente, el aumento de los costos de la energía eléctrica, incide notablemente en los costos de producción y operación de las empresas, así como en el presupuesto familiar. Esta situación hace atractiva la implantación de medidas de ahorro y cambio de hábitos de uso que reduzcan los costos por consumo de energía eléctrica (gestión total eficiente del uso de la energía).
Desde los dos enfoques antes expresados: uno ambientalista y el otro bajo una concepción de ganancia económica, se observa la necesidad de tener o crear una estrategia energética según el ámbito a evaluar y que además satisfaga las dos condiciones o perspectivas. Esa estrategia o búsqueda de oportunidades de mejora y optimización del tema tratado conllevaría inequívocamente al control de la demanda y del consumo de la energía, el cual debe ser abordado a partir de los sistemas eléctricos y termo mecánicos del ámbito en cuestión (industria, comercio, etc.).